What if I could...
Notas
DIARIOSUEÑOS Y PESADILLAS


En 2018, al que me gusta llamar el año negro, me rompieron el corazón. En dos manos, Black Memory me ofreció de manera divina dos opciones, o suicidarme, o tener mi propia versión de metamorfosis. Y he nos aquí.
Paso mucho después de eso y en retrospectiva, aunque no me gustaría decir que estoy de vuelta, se podría decir que algo de mi vieja jovialidad está conmigo otra vez. Recalquemos que las bajas en lo emocional aún se miran con tristeza cada vez que llega octubre o el verano con diciembre, siempre recuerdo con nostalgia esa emoción que sentía cuando niño que podía ser el rey del universo. Y ahora siento esa jovialidad (tal vez no el deseo, pero sí el sentimiento).
Paso lo que tenía que pasar supongo, cada quien siguió su camino, y yo me suicide de mil maneras distintas para llegar aquí. Al menos es como me gustaría llamarlo "suicidarme". Recuerdo que en ese entonces estaba leyendo la saga de la chica del dragón tatuado, y su película simplemente me había fascinado, y se apegaba completamente el final a mi último aliento como humano. Antes de que Black Memory llegara e incinerara todo en la saga de Bungou, claro está.
Al final, estaba yo, alejándome de la escena, herido, destruido. Bote mis deseos al contenedor de basura más cercano, y me suicide.
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He sacrificado más de lo que puedo recordar, mi cuerpo y energías no son los mismos que en ese entonces, he sacrificado todas mis mejores balas y quirks de asalto. Solo queda un yo, un yo que no puede estudiar las tardes de los días de semana por agotamiento. Un yo cansado y abatido, un yo sin fuerza para dar un golpe.
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Cuando la película de la chica del dragón tatuado llega a su final, suena esa canción, y siempre es como un bisturí que abre viejas heridas. Siempre me recuerda a la chica del kimono blandiendo su katana clavándomela en el corazón. Y recuerdo que para sanar mis heridas, así como en la película, tenía que desaparecer. Tenía que dejar de verla día a día en la universidad. Pero no podía darme ese lujo, tenía que graduarme.
La vida me enseño que todos deben morir algún día, cuando decidí aceptar esa metamorfosis supongo que Black Memory pensaba acabar con mi vida en ese momento. Nunca lo hizo. Pandemia después, siento como si fuera Joy boy dejando el legado a la siguiente iteración, iteración que jamás llegará.
Al final, nada ha cambiado supongo. Esta es la misma ciudad de siempre, con la gente de mierda de siempre, y la gente que no también. Este mundo quizá sea más apropiado decir. Aunque en lo onírico y en lo real, en lo tácito y lo palpable, puedo ver siempre que estoy muerto, por algún extraño motivo, hoy disfrute de la vida como nunca antes.
Han pasado casi 6 años desde ese día que preferiría que sacaran de mis recuerdos con una operación satánica. Y aun así estoy aquí, observando, esperando un mejor mañana, con esperanza. Esperanza en que la humanidad llegue a derrotar al destino. Aunque me desprecien, aunque me considere una persona maldita, que cada vez que me siente a lado de alguien esa persona se aleja, que cuando camino de noche las luces se apagan, que cuando miro a la gente ellos me evitan con la mirada. Aun así, creo en la humanidad. Aunque todos quieran que los mire como meros escudos de carne, creo en el poder de la humanidad.
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Rei el chico que supero el autismo y el TDAH infantil, una enorme cantidad de bullying de joven e infante, una vida de mierda de adulto, y un empleo mal pagado como corporativo como egresado, veía. Veía como el amor de su vida salía de su casa con su amante, se tomaban de la mano, era navidad.
Rei, con regalo de cumpleaños en mano, simplemente lo arrojo al depósito de basura, no hizo ruido, no dijo nada de eso ni lo diría jamás. Subió a su moto Kawasaki y simplemente... desapareció.