Música, solo música - Review

Review de libros en mi haber. Rescatado de uno de mis blogs de blogger.

LIBROS

Reiki Arakawa

12/6/20232 min read

Desde hace bastante esa sensación está muerta. Aquella sensación de querer tocar el violín con todo mi corazón, con toda mi alma. La música que una vez toco mi alma y el hype posterior que me hizo adquirir a mi querido violín de 300 $, para que finalmente me haga empezar un hobby en busca de tan solo llegar a la armonía, aquella nirvana a través de las cuerdas y el arco.

Esa sensación está muerta. Está muerta y nada la hará renacer. Pero aún recuerdo esa sensación. Esa sensación de sentir los hilos de la música, hilos de armonía, en los cuales me encontraba en mis mejores solos.

Aunque era un principiante, e incluso antes de empezar a tocar, sabía que ese mundo me superaría. No importa que tan duro trabaje, ni que tanto me esfuerce, jamás sería un buen violinista. Fue entonces, que agobiado por el tiempo, el código, y abriendo la oda de una pandemia, finalmente, me detuve.

Leí el libro de Murakami la semana pasada, lunes, y terminé el domingo pasado, lo abre agarrado no más de 6 veces y cada vez me devoraba de 50 a 70 páginas del tirón. Era como un diálogo al lector, era como si fuera un espectador. La idea de eternidad, una vida, un sacrificio, una conversación.

El libro trata de la visión de Seiji Ozawa en conversaciones con Haruki Murakami. Tienen una visión la cual no podre desarrollar en el corto plazo. Seiji dejo todo por la música, se fue de otro país, a un futuro incierto en América, en busca de oportunidades, en busca del mundo. De por sí, conocer leyendas estaba a la par del esfuerzo sobre humano de tener que dirigir una orquesta con el cáncer en un costado. Y el aun así seguía esforzándose.

Es similar a la historia de mi vida a partir de los 21, de cuando empecé a tomarme las cosas en serio. La vida era una espiral como el manga de Junji Ito pero a escala multiversal. Pese a todo, no recuerdo cuando destruí el bucle de dolor y sufrimiento. Pese a todo, salió bastante caro...

Perdí mi gusto por la pintura y la música, me volví mecánico y, aunque aún conservaba la creatividad, era una que no radicaba en la inocencia del deseo inmaduro de un sueño. Mis sueños habían muerto, me había convertido en lo que más odiaba hasta ese entonces. Todo había perdido parte de su brillo, de su color, de su aroma.

Mi historia aún no termina, y seguiré luchando porque posea el mejor final de todos. Pese a eso, el libro de Murakami y Ozawa llego a su fin, trayendo recuerdos agridulces a mi memoria. Es curioso como terminan las cosas. Al fino estilo de Murakami, quizá sea mejor dejarlo a la imaginación del lector.

Yo aún no he muerto.