Marías que se van - Review

Y es así, ahora veo la muerte con nostalgia hacia el mañana…

COMICS

Reiki Arakawa

10/13/20242 min read

Hubo un tiempo en el que podía llamarme poeta. Y ahora puedo llamarme uno amateur nuevamente. La crisis de la adolescencia me hizo odiar todo lo referente a mi infancia. Recuerdo aún vívidamente como mi madre se quedaba hasta tarde enseñándome que debía hacer exactamente para declamar como si fuera un letrado completo.

Nunca ame esa parte de mí, más por la declamación que por la poesía. Sinceramente, amo más escribir que hablar en público. La vida me enseño bastante, lo que significa ser letrado. Recuerdo a Arguedas, a Vargas Llosa, y a Cesar Vallejo.

Aún recuerdo lo que decían mis profesores de Comunicación sobre los Heraldos Negros. De como solo un verdadero poeta podría declamarlos con el alma arrancada y el corazón en la palma. Recuerdo aún no amar el dolor como lo hago ahora.

Y es así como un día, luego de mucho tiempo, empecé a comprar comics, y por curiosidad comics peruanos. Tanto dibujados, escritos, a veces ambos. Llego donde Paul W. y a esta oda a Vallejo en pleno Exilio en París. Veo lo que nadie me contó, veo cosas que vivo yo, y veo cosas que me hacen sonreír.

Marías que se van es un recordatorio de que debería estar orgulloso por ser peruano. Era como siempre dicen, estamos parados sobre hombros de gigantes.

En general, de eso trata la vida, de una conspiración en plena capital con un asesinato de por medio. Un privado contratado para averiguar más, un poeta poco conocido que puede ayudarlo. La Bohemia del país. Asesinatos masivos en la madre patria. Políticos corruptos. Un fin, un comienzo.

Podemos relacionarlo a nuestra realidad con facilidad, cada país tiene una parte oscura en su historia. En la mía, más de 50 asesinatos recientes a “terroristas”. Dejo abierto las interpretaciones, pero, en este mundo, aun logrando la victoria en la batalla de turno, quizá en retrospectiva, el cambio haya sido nulo.

Vi a Vallejo en París, recitando sus versos por comida. Vi terroristas, políticos corruptos y una diva asesinada. Y vi la justicia levantarse a través de la palabra, a través de la poesía.

Veo con nostalgia el uso de la misma para presentar un punto en la vida de un niño pequeño en Perú. Tiene lentes y una familia problemática. No sabe lo que hace ni por qué lo hace. Simplemente, sabe que lo hace. El déficit de atención solo lo guía a apoyar los sueños de su madre sin ver los suyos propios.

El niño evoluciona, crece, y empieza a odiar sus raíces. Para al final converger y rescatarlas. Casi muere más veces de las que recuerda y piensa si venció a la muerte.

Y es así, puesto que el poeta protagonista venció a la muerte, gracias Vallejo. Tras mucho tiempo siento el patriotismo que no he experimentado desde mis inicios.

Es irónico que la vida te devuelva el amor por la patria de maneras extrañas. Amar al país es una cosa, pero amar la realidad es una muy distinta.

Puesto que, simplemente, “Hay golpes en la vida, tan fuertes, yo no sé”.

Lean Marías que se van, es todo lo que necesitaba para sonreírle a la muerte una vez más.

10/10