La playa de arena gris de 2022 Parte 1

Viajar es algo que a muchos les gusta de manera recurrente. Algunos viven viajando. Algunos viven para viajar. Y algunos viven para mejorar y viajan cuando pueden.

Puede que me guste bastante la idea de viajar, pero no me la planteo ni me desvivo por ella. Soy una persona con un salario promedio en busca de un sueño: Ganar más e irme a un mejor país. Sí, vivo para viajar.

Pero incluso en la maraña organizativa que es mi psique, y todo lo que abarca. Creo que debería mejorar a mi manera. Dejar de viajar por ahora.

Pero no se puede evitar.

Hoy regresé de un viaje a una playa sin olas, simplemente una playa común y corriente en lo que cabe a mi ciudad. Al volver encontramos otra playa aún mejor, pero ya no había tiempo. En fin, cosas de la vida.

No paraba de pensar que cuando estuviera en casa (es decir, ahora) tendría que trabajar hasta el fin de los tiempos para viajar a una playa paradisíaca al norte del país.

No me vacila la idea.

En un momento hable de mi prima en este diario entre comillas, la cuarta vez que viaje este verano será con toda la familia, y si es que mi mente no puede evitar pensar que me pasará la de Punisher.

Pero la vida sigue. Otra vez...

Solo quiero estar en paz de cierta forma. Y siéndoles bien sincero, me hice una meta de vida: El próximo año, evitaré viajar o me haré a la idea de que deberé viajar a lo sumo dos veces. Se pierde demasiado tiempo existiendo allí, y no avanzas nada.

Ahora toca trabajar. Otra vez. El domingo. Para viajar. Otra vez. Un viernes. Y ganarme una semana que prefiero disfrutar, pero mi yo real no me deja. Algo más lejano que disfrutar del tiempo familiar.

Soy un monstruo suelto en la ciudad.