El fin del tiempo, y más adelante

El fin del tiempo, y más adelante

DIARIO

Reiki Arakawa

10/6/20242 min read

He vivido el fin de mis días miles de veces. Desde que era pequeño hasta mi más reciente metamorfosis. Todo siempre solía ser similar y mundano, como un enorme reloj de péndulo que yace en el recibidor de una casa antigua. Tengo el recuerdo vago de una escena similar. Era yo, viendo ese viejo reloj en una casa la cual no tengo el recuerdo de a quién pertenecía. Mi madre estaba de visita ese día, y yo con ella por ser el hijo mayor y el más “educado”. Simplemente, era un autista de mierda, demasiado asocial para ser normal, tragándose su déficit de atención en clases por aparentar normalidad.

Estaba maldito desde el comienzo. Recuerdo que mi primera experiencia con la muerte fue en el jardín de infancia. Allí una niña gorda bastante entrada en carnes estaba enamorada de mí. Yo ni siquiera sabia que era el amor. Un día ella, harta de mi timidez, me derribo, se sentó sobre mi estómago, me empezó a ahorcar a la par que me besaba asquerosamente. Ese fue mi primer beso, y mi primera visión de la muerte, me desmayé por falta de aire al cabo de cortos minutos.

La vida es un círculo de muerte, una vez, cerca de la granja de mi abuela materna, en el pueblo de la ciudad, había una fuente de agua completamente vacía. Yo caminaba por el borde. Me caí y lastimé bastante mi cuerpo, el dolor me hizo sentir una vez más lo que hubiera pasado si no me hubiera encogido poco antes de perder el equilibrio. Me podía romper el cuello.

Así hay muchas anécdotas que contar. La que últimamente resuena en mi cabeza es la de la chica del kimono y la katana, una chica de la que estaba enamorado. Recuerdo que el desamor me mando al suicidio, poco antes de cometerlo, “él” apareció.

Black Memory es una persona “outlier”. En términos de ciencia de datos, sería equivalente a mencionar que no es normal, no está en la liga de la gente normal. Él es un claro ejemplo de alguien a quien derroto al enorme reloj de cuerda que yace en la pared. El tiempo no pasa para él, él domina la realidad.

De todo lo que he visto y de casi morir innumerables veces, unas por mi mano, otras por el destino, solo puedo decir que mi vida es un círculo vicioso. Pero que lo último que quiero es que termine.

Me he enamorado de la vida, es mi último gran amor, es irónico puesto que soy un adicto a estar muerto. No hay nadie que se exija como yo para estar a mi límite corpóreo en lo académico, y pese a esto sigo existiendo. La soledad del estudio solo atina a herirme cuando me doy cuenta de que mi tiempo no es eterno. Que tarde o temprano el enorme reloj con mi nombre grabado se detendrá, y yo moriré.

Desearía vivir un poco más, de ser posible eternamente. Ha pasado un día más en el enorme reloj de la realidad, y en su defecto, en el mío.